Propósito: El cultivo de hongos busca identificar la presencia de microorganismos fúngicos en muestras de piel, cabello o uñas. Se utiliza para diagnosticar infecciones superficiales causadas por hongos, como tiñas, candidiasis cutánea, entre otras micosis superficiales.

Indicaciones comunes: Se solicita cuando hay sospecha clínica de infección fúngica superficial, como lesiones cutáneas persistentes, cambios en las uñas o pérdida anormal de cabello.

Toma de muestra:

Piel: Se utiliza un hisopo o un raspado de la piel afectada para recolectar células y secreciones.
Cabello o uñas: Se pueden recoger fragmentos de cabello o uñas afectadas. En algunos casos, se cortan muestras de uñas o cabello para obtener material para el cultivo.
Procedimiento:

Se desinfecta el área antes de la toma de la muestra para evitar contaminaciones.
Se toma la muestra con instrumentos estériles y se coloca en un medio de cultivo específico para hongos.
Las muestras se envían al laboratorio para su análisis.
Análisis en laboratorio: Las muestras se colocan en medios de cultivo selectivos y se incuban para fomentar el crecimiento de hongos. Se observa el crecimiento y se identifican las especies fúngicas presentes.

Interpretación de resultados: Se identifican los hongos presentes y se evalúa su susceptibilidad a los tratamientos antifúngicos para determinar el mejor enfoque terapéutico.

Uso clínico: El diagnóstico preciso de la especie fúngica permite un tratamiento específico y efectivo para la micosis superficial.

Consideraciones: Los resultados pueden tardar varios días o semanas en estar disponibles, ya que el crecimiento de hongos en cultivo puede ser un proceso lento. Además, la interpretación precisa requiere experiencia en microbiología clínica para distinguir entre diferentes especies fúngicas.