¿Qué es un infarto cerebral?
Todos los órganos del cuerpo requieren una cantidad adecuada de flujo de sangre para funcionar correctamente y mantenerse en buen estado de funcionamiento. Cuando un órgano se ve privado de la sangre por una arteria obstruida o dañada, los tejidos pueden morir, causando que el órgano pueda fallar o sufrir daños permanentes. Un infarto cerebral es cuando el cerebro se vea impedido de recibir la cantidad suficiente de sangre, dando lugar a daños en los tejidos, accidentes cerebrovasculares, y posible muerte.
Dado que la capacidad funcional de las arterias normalmente disminuye con la edad, las personas mayores se consideran en mayor riesgo de infarto cerebral. Sin embargo, la afección puede presentarse a cualquier edad, y también está asociada con daño cerebral infantil o fetal. Dado que no todos los tipos de infarto son sintomáticos, incluso los adultos sanos pueden tener un infarto y no ser conscientes de ello. Un «infarto silencioso» sin síntomas puede ser tan grave como un infarto con una aparición repentina, y puede ser más difícil de diagnosticar debido a la falta de síntomas fáciles de identificar.
Síntomas del infarto cerebral
Un infarto cerebral a menudo tienen síntomas inmediatos consistentes con un accidente cerebrovascular. Pueden producirse problemas de habilidades motoras, mareo, entumecimiento o parálisis. Algunos pacientes pueden perder la visión o empezar a ver doble, y pueden tener dificultad para hablar con claridad. Los dolores de cabeza repentinos, náuseas o vómitos también pueden ser síntomas de un infarto cerebral.
Cualquier persona que se encuentre en riesgo de un derrame cerebral se debe tratar con la atención médica inmediata si aparecen síntomas. El tratamiento inmediato puede salvar vidas o evitar daños graves, aunque en algunos casos la enfermedad no puede ser tratada lo suficientemente rápido como para salvar a un paciente.
Debido a que las arterias bloqueadas son un importante factor que contribuye a un accidente cerebrovascular o infarto, las personas que fuman o tienen niveles altos de colesterol pueden ser considerados como de alto riesgo para la enfermedad. Las personas con condiciones médicas especiales o que toman medicamentos que pueden causar coágulos sanguíneos también pueden tener un mayor riesgo de un infarto cerebral. Algunos estudios recientes también han indicado que los pacientes con apnea del sueño o problemas de ronquidos crónicos pueden estar en riesgo constante.